El Inspector Ducaci acaba de llegar a Milán, tal y còmo le indicaron, un coche de la policía le recoge a las 19.00 en la estación de tren y le lleva directamente al Duomo di Milano.

Ducaci no es una persona especialmente interesada por el arte, pero el Duomo le parece impresionante. Como su contacto aún no ha aparecido, decide entrar en el Duomo y observarla, quizás le dé alguna pista de por qué le han traído hasta aquí. Entra en el recinto, el silencio invade la estancia. Observa a varios turistas que deambulan por el interior. Antes de entrar le llama la atención el revestimiento mármol rosado que recubre al edificio, nunca vio algo así en España. Dentro, observa las bóvedas y el mármol oscurecido.

Entre las columnas descubre grandes cuadros que representan distintas escenas religiosas. Le llama la atención que hay un cuadro ausente, solo puede percibir las marcas que dejó el cuadro que anteriormente recubría la pared.

Sigue paseando por el interior del Templo. A ambos lados existen varios esqueletos de diferentes santos que se encuentran ataviados con sus mejores galas.

Hay una estatua que le llama especialmente la atención, conoce a ese Santo, cuando era pequeño sentía cierta repugnancia por él cuando le explicaron su vida en el colegio religioso donde estudió. Aparece con la piel arrancada y colgando sobre sus hombros.

​

-Estos cristianos mira que son sádicos-dice para su interior Ducaci

​

Finalmente desea salir del Templo, aunque antes se fija en lo que los fieles consideran el tesoro más preciado: un clavo de la Cruz de Cristo, situado en la bóveda detrás del altar.

​

Nada más salir al exterior la luz le deslumbra tanto que tiene que cerrar los ojos. Ducaci se pregunta dónde estará su contacto.

Mientras se hace esta y otras preguntas alguien susurra a su espalda...

​

shhhh shhhhh